Dejo la puerta arrimada para cuando tenga que volver.
Me acuesto en la tumbona y miro el cielo, esperando que pase algo, pero no pasa nada
una semana llevo así, esperando a que en el firmamento se vea lo que necesito saber.
pero no pasa nada.
Hoy volveré a escaparme en silencio de mi cuarto, convirtiendo este ritual en rutina, sintiendo el peso de la misma a la mañana cuando tengo que ir a trabajar, puesto que no, no duermo.
Varias estrellas fugaces pasan delante de mis ojos, y siempre les pido el mismo deseo.
¿Cual? no puedo decirlo, que si no no se cumplirá.
Esta entrada me inspiró tanta paz...
ResponderEliminarque suerte que dispongas de la tumbona y espacio para escaparte por la noche de la cama y ponerte a ver las estrellas :)